La industria agroalimentaria: estratégica y con gran potencial financiero

Artículo publicado en UniBlog con fecha 6/4/2021.

La importancia de la industria agroalimentaria en España es muy elevada, tanto por su producción como por el volumen de empleo que genera. Pero ¿qué es la industria agroalimentaria o la agroindustria? No es poco común que cuando hablamos de negocio agrario surjan dudas sobre qué engloba concretamente este término y a que hace referencia. Máxime cuando, a veces, se hace alusión a varios subsectores e incluso, en otras, se le denomina con diferente nomenclatura.

Por ello, es interesante tener claro los diferentes términos que nos podemos encontrar en los textos especializados.

Los sectores económicos en los que se divide la economía en España son cuatro: primario, industrial, construcción y servicios.

El sector primario recoge toda la actividad de agricultura, ganadería, pesca y forestal, como podemos comprobar en la Clasificación Nacional de Actividades Económicas de 2009 (CNAE 2009) del Instituto Nacional de Estadísticas. Y el industrial abarca, entre otros, la industria agroalimentaria bajo el epígrafe de industria de alimentación, bebidas e industria del tabaco.

La suma del sector primario más la industria de alimentación, bebidas y tabaco nos daría como resultado el total del negocio del sistema agroalimentario, que podríamos considerarlo como sistema agroalimentario ampliado si incluimos la aportación al sistema agroalimentario de las empresas proveedoras de insumos y servicios, de distribución y comercializadoras.

Centrándonos en la industria agroalimentaria española, y según el último informe publicado por Analistas Económicos de Andalucía sobre el sector agrario, podemos constatar la importancia económica y social de la misma, tanto por el valor de producción como por el empleo que genera.

Las más de treinta mil empresas que conforman el sector industrial agroalimentario gestionan una cifra de negocio de más de ciento veinte mil millones al año y más de cuatrocientos mil ocupados, lo que supone en ambos aspectos más del veinte por ciento del total de la industria manufacturera española, y del diez por ciento de la europea, y la rama productiva que mayor aportación en valor de producción realiza a ésta.

 Se trata, por tanto, además, de un sector con grandes connotaciones estratégicas y de gran relevancia por los siguientes motivos:

  • por su aportación a la vertebración del territorio al concentrarse principalmente en zonas rurales,
  • por su demostrada resiliencia ante situaciones de crisis y
  • por su carácter esencial, al ser fuente de suministro de bienes de primera necesidad para la alimentación de la población.

Muestra de todo ello se puede comprobar en su comportamiento en períodos de crisis importantes, como la que estamos atravesando actualmente, en el que podemos constatar unos datos de cierre de 2020 del sector agroindustrial con mejor comportamiento a la mayoría de sectores en volumen de la cifra de negocio, destrucción de empleo y exportaciones.

Por comunidades autónomas, las que juegan un papel destacado por volumen de negocio son Cataluña y Andalucía y por sectores, los principales son el de aceites y grasas, fabricación de bebidas, cárnico y preparación de frutas y hortalizas.

Es un sector, a su vez, con un gran potencial financiero tal y como se demuestra en el último informe sobre “Endeudamiento del Sector Agrario, Pesquero y Agroalimentario” publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación referente al tercer trimestre de 2020 donde, según el cual, el endeudamiento desde 2015 presenta una evolución positiva de incremento de más del veinticinco por ciento, que contrasta con el menos 15% del endeudamiento del conjunto de actividades productivas en el mismo período. Igual de significativos son los datos que arroja su tasa de morosidad, siendo con un 4,4% inferior a la del conjunto de actividades económicas.  

Pero lo más importante ahora mismo, a mi juicio, no son los datos del comportamiento del sector durante el ejercicio 2020, que de por sí ya lo son, sino la proyección, el potencial y la relevancia del mismo a futuro ya que, va a ser un sector en el que va a ser necesario desarrollar infinidad de proyectos de inversión para conseguir alimentos de calidad y en cantidad suficiente para alimentar a toda la población bajo unos estándares de seguridad cada vez más exigentes, de manera sostenible y con el menor efecto nocivo para el medio ambiente y el clima.

Estas exigencias van a venir marcadas en Europa, entre otros, por el Acuerdo de París y el gran Pacto Verde Europeo con sus diferentes estrategias como la de “De la granja a la mesa” y la de Biodiversidad, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Además, se verá forzado por el compromiso europeo autoimpuesto de neutralidad climática en 2050 referente a nivel mundial.

Se trata de proyectos que van a implicar un enorme volumen de capital invertido por el sector privado con el apoyo, en muchos casos, de las administraciones públicas y donde el sector financiero va a jugar un papel muy relevante de catalizador de estos fondos. De hecho, de entre todos los Manifiestos de Interés (MDI) recibidos por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de todos los sectores para captar fondos del Next Generation EU, el sector agroalimentario es el que ocupa el segundo lugar por detrás de la automoción.

Para el sector financiero la oportunidad es doble, por un lado, posibilidad de financiar los proyectos de inversión y canalizar las ayudas públicas, y por otro, dada que las finalidades de la mayoría de los proyectos van a poder ser catalogados, casi con total seguridad, como financiación sostenible según la taxonomía europea de finanzas sostenibles que cataloga las actividades económicas que contribuyen a los objetivos medioambientales de la Unión Europea, se generarán nuevas oportunidades de negocio en un mercado cambiante, con una cartera de riesgo alineada con las nuevas tendencias políticas, mejor acceso a recursos de capital y regulatorias e imagen reputacional, entre otros.

Por tanto, la industria agroalimentaria forma parte del presente económico de España, pero sin duda, su transformación y su impulso sostenible desde la Unión Europea le darán aún más si cabe un papel de mayor relevancia que beneficiará tanto a la propia industria como a la población en general.

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