Agricultura ecológica. Pasado, presente y futuro.

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Artículo publicado en UniBlog con fecha 1/7/2020.

La agricultura ecológica parece un concepto de moda pero está regulada en España desde 1989. Las últimas novedades para promover este tipo de producción agraria figuran en el programa del Pacto Verde Europeo, pero ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Tiene futuro la agricultura ecológica? Empecemos echando un poco la vista atrás…

En Europa, a mediados del siglo XIX, era imprescindible y primordial encontrar soluciones que permitieran el incremento de las producciones agrarias para atajar las hambrunas existentes, lo que conllevó a la creación de abonos artificiales, la aplicación de nitrógenos y,por consiguiente, de productos químicos cuyos resultados fueron espectaculares.

Posteriormente, la famosa Revolución Verde sobre los años sesenta del siglo XX, incorporó, entre otros, el monocultivo, la difusión de nuevas tecnologías y la aplicación de grandes cantidades de plaguicidas, fertilizantes y agua para seguir con el principal objetivo de incrementar, lo máximo posible, las producciones agrícolas. 

Con los años, diferentes estudios y análisis han indicado que determinadas actuaciones que se han practicado en la agricultura suelen ser nocivas. Todo ello motivó, que hace unos años, algunos productores e investigadores iniciaran, promovidos por una motivación personal y perspicaz, un movimiento llamado Agricultura Ecológica en la que se aplicaban técnicas tradicionales de producción.

La agricultura ecológica moderna utiliza innovaciones tecnológicas y basa las prácticas en un mejor manejo de las técnicas agrícolas y ganaderas, así como un alto conocimiento sobre los suelos y la nutrición de las plantas, el manejo de las plagas y el potencial genético y biológico de cultivos y animales.

Según las últimas estadísticas publicadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Agua en 2018, en España, en los últimos diez años tanto los productores como los elaboradores y transformadores que han actuado bajo las reglas de la agricultura ecológica se han duplicado y la superficie se ha incrementado en más de un setenta por ciento, lo que nos posiciona en el país de la UE con mayor número de hectáreas dedicadas a este sistema de cultivo.

Son muchas las políticas tanto autonómicas como nacionales y europeas cuyo principal objetivo ha sido la de apoyar y fomentar cambios productivos para mejorar la calidad de los alimentos, preservar el medio ambiente y mitigar los efectos del cambio climático y, cómo no, el incentivo de la producción ecológica.

El pasado 20 de mayo de 2020 la Comisión Europea publicó, entre las medidas para desarrollar el Pacto Verde Europeo presentado a finales de 2019, su Estrategia de Biodiversidad para 2030 y su Estrategia de “De la granja a la mesa” que serán la hoja de ruta a seguir a fin de preservar y proteger la biodiversidad y establecer un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente.

Estas estrategias cuentas entre sus medidas proteger el medio ambiente, mitigar el cambio climático y garantizar la seguridad alimentaria de la población con la limitación del uso de insumos como fertilizantes y fitosanitarios, la obligación del incremento de la práctica de la agricultura ecológica y la disminución de tierras en producción.

Todo indica que, por el bien de todos y nuestra propia subsistencia, se deberían producir alimentos mediante agricultura y ganadería ecológica. Ahora bien, surgen muchas incógnitas como, por ejemplo:

  • ¿Con este sistema productivo habrá suficiente oferta para satisfacer la demanda de alimentos de toda la población?
  • El incremento del coste de producción de manera ecológica ¿quién lo asumirá?
  • ¿Todos los países están dispuestos a cambiar el sistema productivo para preservar la Tierra?

Se puede obligar al incremento y al fomento de un sistema productivo más ecológico, más respetuoso con el medio ambiente y más saludable, pero si las producciones no son rentables, si los consumidores no pueden pagar unos precios más altos, si no disponemos de suficiente alimento para todos y si no se imponen los mismos requisitos productivos para eliminar la competencia desleal entre países, no se avanzará, al menos en el grado que se debiera, hacia el necesario cambio para la subsistencia futura de la humanidad.

Mientras tanto, la alimentación ecológica seguirá siendo para los consumidores concienciados de sus beneficios y que pueden pagar sus altos precios y la agricultura ecológica no se practicará por todos los productores por necesidad, sino que seguirá siendo realizada por unos cuantos por obligación y, por otros, por devoción.

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